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viernes, 25 de junio de 2010

MEDICINA BIOLÓGICA Dr. Germán Duque Mejía: IMMANUEL KANT



Immanuel Kant (Königsberg, Reino de Prusia, 22 de abril de 1724 - íbidem, 12 de febrero de 1804) fue un filósofo alemán. Es el primero y más importante representante del idealismo alemán y es considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna, del último período de la Ilustración y de la filosofía universal. En la actualidad, Kant continúa teniendo sobrada vigencia en diversas disciplinas: filosofía, derecho, ética, estética, ciencia o política.

Biografía

Immanuel Kant fue bautizado como 'Emanuel' pero cambió su nombre a 'Immanuel' tras aprender hebreo. Nació en 1724 en Königsberg (desde mediados del siglo XX, Kaliningrado, Rusia). Era el cuarto de nueve hermanos, de los cuales sólo cinco alcanzaron la adolescencia. Pasó toda su vida dentro o en los alrededores de su ciudad natal, la capital de Prusia Oriental en esa época, sin viajar jamás más allá de 150 Km. de Königsberg. Su padre Johann Georg Kant (1682–1746) era un artesano alemán de Memel, en aquel tiempo la ciudad más al nordeste de Prusia (ahora Klaipėda, Lituania). Su madre Anna Regina Reuter (1697–1737), nacida en Núremberg, era la hija de un fabricante escocés de sillas de montar. En su juventud, Kant fue un estudiante constante, aunque no espectacular. Creció en un hogar pietista que ponía énfasis en una intensa devoción religiosa, la humildad personal y una interpretación literal de la Biblia. Por consiguiente, Kant recibió una educación severa —estricta, punitiva y disciplinaria— que favorecía la enseñanza del latín y la religión por encima de las matemáticas y las ciencias.

El joven estudiante

Desde el inicio de sus estudios, Kant mostró gran aplicación en sus investigaciones. Primero fue enviado al Collegium Fridericianum y después se matriculó en la Universidad de Königsberg en 1740, a la edad de 16 años. Estudió la filosofía de Leibniz y Wolff con el profesor Martin Knutzen, un racionalista que también estaba familiarizado con los desarrollos de la filosofía y la ciencia británica y que introdujo a Kant en la nueva física matemática de Newton. También previno al joven alumno respecto del idealismo, visto negativamente por toda la filosofía del siglo XVIII, e, incluso después de la creación de la teoría del idealismo trascendental, Kant refutó el idealismo en la segunda edición de su obra principal. Crítica de la razón pura.

El infarto de su padre y su posterior muerte en 1746 interrumpió sus estudios. Kant se convirtió en un profesor particular en los pequeños pueblos alrededor de Königsberg, pero continuó su investigación académica. En 1749 publicó su primera obra filosófica, Gedanken von der wahren Schätzung der lebendigen Kräfte (Meditaciones sobre la verdadera estimación de las fuerzas vivas). Kant publicó muchas más obras sobre temas científicos, y llegó a ser profesor universitario en 1755. El tema de sus lecciones era la "Metafísica", la cual enseñó durante casi cuarenta años, incluso después de su ruptura con la metafísica. El manual para el curso estaba escrito por A.G. Baumgarten, autor del término 'Estética' en su sentido moderno.

En Allgemeine Naturgeschichte und Theorie des Himmels (Historia general de la naturaleza y teoría del cielo, 1755), Kant diseñó la hipótesis de la nebulosa protosolar, en donde dedujo correctamente que el Sistema Solar se formó de una gran nube de gas, una nebulosa. De este modo intentaba explicar el orden del Sistema Solar, anteriormente visto por Newton como impuesto por Dios desde el comienzo. Kant también dedujo correctamente que la Vía Láctea era un gran disco de estrellas, formada asimismo a partir de una nube giratoria. Además, sugirió la posibilidad de que otras nebulosas podían ser igualmente grandes discos de estrellas distantes, similares a la Vía Láctea, lo que dio origen a la denominación de Universos Isla para las galaxias, término en uso hasta bien entrado el siglo XX.

Desde este momento, Kant se concentró en temas cada vez más filosóficos, aunque continuaría escribiendo sobre las ciencias a lo largo de su vida. En los inicios de los años 1760, Kant concibió una serie de importantes obras de filosofía: Die falsche Spitzfindigkeit der vier syllogistischen Figuren erwiesen (La falsa sutileza de las cuatro figuras del silogismo), una obra sobre lógica, publicada en 1762. Aparecieron dos libros más al año siguiente: Versuch, den Begriff der negativen Größen in der Weltweisheit einzuführen (Ensayo para introducir el concepto de magnitudes negativas en la filosofía) y Der einzig mögliche Beweisgrund zu einer Demonstration des Daseins Gottes (El único fundamento posible de una demostración de la existencia de Dios).

En 1764, Kant escribió Beobachtungen über das Gefühl des Schönen und Erhabenen (Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime) y quedó segundo tras Moses Mendelssohn en un concurso de la Academia de Berlín con su Untersuchung über die Deutlichkeit der Grundsätze der natürlichen Theologie und Moral (Sobre la nitidez de los principios de la teología natural y de la moral). En 1770, a la edad de 45 años, Kant fue nombrado finalmente Profesor de Lógica y Metafísica en la Universidad de Königsberg. Kant escribió su Disertación inaugural (De mundi sensibilis atque intelligibilis forma et principiis) en defensa de este nombramiento. Esta obra vio la aparición de muchos temas centrales de su obra madura, incluyendo la distinción entre las facultades del pensamiento intelectual y la receptividad sensible. Ignorar esta distinción significaría cometer el error de la subrepción y, como dice en el último capítulo de la disertación, la Metafísica tan sólo progresará evitando dicho error.

Giro hacia la crítica

A la edad de 46 años, Kant era un conocido erudito y un filósofo cada vez más influyente. Se esperaba mucho de él. Como respuesta a una carta de su alumno Markus Herz, Kant llegó a reconocer que en la Disertación inaugural no había logrado dar cuenta de la relación y conexión entre nuestras facultades intelectuales y sensibles. También reconoció que David Hume le despertó del "sueño dogmático" (alrededor de 1770). Kant no publicó ningún trabajo de filosofía en los once años siguientes.

Kant dedicó su década silenciosa a trabajar en una solución para los problemas planteados. Aunque amante de la compañía y la conversación, Kant se aisló, pese a los intentos de sus amigos de sacarle de su aislamiento. En 1778, en respuesta a una de esas peticiones de un antiguo alumno, Kant escribió:

«Cualquier cambio me hace aprensivo, aunque ofrezca la mejor promesa de mejorar mi estado, y estoy convencido, por este instinto natural mío, de que debo llevar cuidado si deseo que los hilos que las Parcas tejen tan finos y débiles en mi caso sean tejidos con cierta longitud. Mi sincero agradecimiento a mis admiradores y amigos, que piensan tan bondadosamente de mí hasta comprometerse con mi bienestar, pero, al mismo tiempo, pido, del modo más humilde, protección en mi actual estado frente a cualquier alteración.»

Cuando Kant salió de su silencio en 1781, el resultado fue la Crítica de la razón pura (Kritik der reinen Vernunft). Aunque hoy sea reconocida unánimemente como una de las más importantes obras en la historia de la filosofía, fue ignorada en el momento de su publicación inicial. El libro era largo, más de 800 páginas en la edición original en alemán, y escrito en un estilo seco y académico. Fue objeto de pocas reseñas, las cuales, además, no concedían importancia a la obra. Su densidad hacía de ella un "hueso duro de roer", oscurecida por "...toda esta pesada telaraña”, según la describió Johann Gottfried Herder en una carta a Johann Georg Hamann.

Esto contrasta intensamente con el elogio que Kant había recibido por obras anteriores, como la citada memoria de 1764 y otros opúsculos que precedieron a la primera Crítica. Estos tratados bien recibidos y legibles incluyen uno sobre el terremoto de Lisboa, que fue tan popular que se vendía por páginas. Antes de su giro hacia la crítica, sus libros se vendían bien, y para cuando publicó Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime en 1764, se había convertido en un autor popular de cierto renombre. Kant se decepcionó con la recepción de la primera Crítica. Reconociendo la necesidad de clarificar el tratado original, Kant escribió los Prolegómenos a toda metafísica futura (Prolegomena zu einer jeden künftigen Metaphysik, die als Wissenschaft wird auftreten können) en 1783, como un resumen de sus principales puntos de vista. También animó a su amigo Johann Schultz, a publicar un breve comentario sobre la Crítica de la razón pura.

La reputación de Kant aumentó gradualmente durante la década de 1780, gracias a una serie de obras importantes: el ensayo Respuesta a la pregunta: ¿Qué es Ilustración? (Beantwortung der Frage: Was ist Aufklärung?) de 1784; la Fundamentación de la metafísica de las costumbres (Grundlegung zur Metaphysik der Sitten), de 1785 (su primera obra sobre filosofía moral), y Principios metafísicos de la ciencia natural (Metaphysische Anfangsgründe der Naturwissenschaft), de 1786. Pero el reconocimiento final de Kant llegó desde una fuente inesperada. En 1786, Karl Leonhard Reinhold comenzó a publicar una serie de cartas públicas sobre la filosofía kantiana. En estas cartas, Reinhold enmarcaba la filosofía de Kant como una respuesta a la principal controversia intelectual de la época: la Disputa sobre el Panteísmo. Friedrich Heinrich Jacobi había acusado al recientemente fallecido Gotthold Ephraim Lessing (distinguido dramaturgo y ensayista filosófico) de spinozismo. Esa acusación, equivalente a la de ateísmo, fue desmentida rotundamente por Moses Mendelssohn, amigo de Lessing, y surgió una amarga disputa pública entre ellos. La controversia gradualmente escaló hasta convertirse en un debate general sobre los valores de la Ilustración y de la razón en sí misma. Reinhold mantenía en sus cartas que la Crítica de la razón pura de Kant podía resolver esta disputa defendiendo la autoridad y los límites de la razón. Las cartas de Reinhold fueron ampliamente leídas e hicieron a Kant el filósofo más famoso de su época.

Últimas obras de Kant

Kant publicó una segunda edición de la Crítica de la razón pura en 1787, revisando en profundidad las primeras partes del libro. La mayoría de sus posteriores obras se centraron en otras áreas de la filosofía. Continuó desarrollando su filosofía moral, especialmente en la Crítica de la razón práctica (Kritik der praktischen Vernunft, conocida como la segunda Crítica) de 1788 y la Metafísica de las costumbres (Metaphysik der Sitten) de 1797. La Crítica del juicio (Kritik der Urteilskraft, la tercera Crítica) de 1790 aplicaba el sistema kantiano a la Estética y la teleología. También escribió varios ensayos algo populares sobre historia, religión, política y otros temas. Estas obras fueron bien recibidas por los contemporáneos de Kant y confirmaron su posición preeminente en la filosofía del siglo XVIII. Había varias revistas dedicadas únicamente a defender y criticar la filosofía kantiana. Pero, a pesar de su éxito, las tendencias filosóficas se movían en otra dirección. Muchos de los discípulos más importantes de Kant (incluyendo a Reinhold, Beck y Fichte) transformaron la posición kantiana en formas de idealismo cada vez más radicales. Esto marcó la aparición del Idealismo alemán. Kant se opuso a estos desarrollos y denunció públicamente a Fichte en una carta abierta en 1799. Fue uno de sus últimos actos filosóficos. La salud de Kant, mala desde hacía mucho tiempo, empeoró, y murió en Königsberg el 12 de febrero de 1804, murmurando la palabra «Genug» («suficiente», «basta») antes de expirar. Su inacabada obra final, el fragmentario Opus Postumum, fue (como su título sugiere) publicada póstumamente.

Han surgido una variedad de creencias populares con respecto a la vida de Kant. A menudo se sostiene, por ejemplo, que Kant maduró tardíamente, que sólo se convirtió en un filósofo importante a sus cincuenta y tantos años después de rechazar sus anteriores puntos de vista. Aunque es cierto que Kant escribió sus mejores obras relativamente tarde en su vida, hay una tendencia a infravalorar el valor de sus obras anteriores. Los estudios recientes sobre Kant han dedicado más atención a estos escritos "precríticos" y se ha reconocido una cierta continuidad con sus obras maduras.

Muchos de los mitos comunes acerca de las peculiaridades personales de Kant se enumeran, explican y refutan en la introducción del traductor inglés Goldthwait de las "Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime".A menudo se sostiene que Kant vivió una vida muy estricta y previsible, lo que lleva a la historia a menudo repetida de que sus vecinos ponían los relojes en hora cuando daba sus paseos diarios. De nuevo, esto es cierto sólo en parte. Mientras fue joven, Kant fue una persona muy sociable y un apasionado de los convites durante la mayor parte de su vida. No se casó nunca. Únicamente en una época más avanzada de su vida, la influencia de su amigo, el comerciante inglés Joseph Green, hizo que Kant adoptara un estilo de vida más regular.

Tumba

Placa en una pared en Kaliningrado, en alemán y en ruso, con las palabras tomadas de la conclusión de la Crítica de la Razón Práctica de Kant.

De 1879 a 1881 se recolectó dinero para construir una capilla a modo de monumento. La tumba de Kant se encuentra fuera de la Catedral de Königsberg -actualmente Kaliningrado- en el río Pregolya y es uno de los pocos monumentos alemanes conservados por los soviéticos después de que conquistaran y anexionaran la ciudad en 1945. La tumba original de Kant fue demolida por las bombas rusas a comienzos de aquel año. Una réplica de una estatua de Kant, ubicada en frente de la Universidad, fue donada por una entidad alemana en 1991. Los recién casados llevan flores a la capilla, como hicieron antes para el monumento de Lenin.

Cerca de la tumba se halla una placa con la siguiente inscripción en alemán y ruso, tomada de la “Conclusión” de Crítica de la razón práctica: «Dos cosas colman el ánimo con una admiración y una veneración siempre renovadas y crecientes, cuanto más frecuente y continuadamente reflexionamos sobre ellas: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí.»

Lo que dijo Immanuel Kant antes de morir fue "Es ist gut" que significa... "está bien".

Pensamiento

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Todo aquel que se ocupe de filosofía moderna no puede dejar de lado a Kant; tal vez haya que decir lo mismo de todo aquel que se ocupe de filosofía. Su obra es típicamente alemana, muy elaborada y un tanto nebulosa. Encerrado en su gabinete, donde pasó su larga vida de casi 80 años, cuidaba poco el filósofo del mundo banal, aun cuando lo frecuentaba con placer.

Encasillado en su subjetividad, a la manera de Descartes, da a sus teorías una dirección muy distinta a la del filósofo francés. Descartes se adentra en su yo, pero ha de encontrar el camino para elevarse a Dios, y a un tiempo, para dar "certidumbre" al mundo físico o de la "res extensa". Kant, encerrado en un mundo fenoménico, ha de descalificar la posibilidad de contactar a las cosas en sí mismas. Sean las del mundo, la de Dios, la del alma.

La filosofía de Kant no niega la existencia de Dios, ni un orden moral, ni la realidad pensable de un mundo físico. Lo que niega -salvo en lo moral- es que la razón humana pueda trascender y llegar a esos entes en sí mismos: sean el "mundo", "Dios" o el "alma". Además Kant constituyó la idea de que el mundo, el sol y todos los planetas son complementarios unos con otros.

Kant parte de la conciencia, de las representaciones fenoménicas del yo. Sean provenientes del mundo externo o interno. Y se aboca, desde un principio, a la estética trascendental.

Kant entiende por sensación el efecto de un objeto sobre la facultad representativa, en cuanto somos afectados por él. Se entiende que se prescinde por completo de la naturaleza del objeto afectante y que solamente se presta atención al efecto que se produce en nosotros, en lo puramente subjetivo.

La intuición empírica es una percepción cualquiera que refleja a un objeto, y así el conocimiento es considerado como un medio. La intuición empírica es la que se refiere a un objeto, pero por medio de la sensación. El fenómeno es el objeto indeterminado de la intuición empírica. El árbol puede afectarnos y de él tenemos una representación fenoménica. Nada podemos saber del árbol en sí. La realidad de la cosa, en ella misma, es un noúmeno no alcanzable.


Estética trascendental

En la Crítica de la razón pura, se parte, asumiendo los resultados del empirismo, afirmando el valor primordial que se le da a la experiencia, en tanto esta permite presentar y conocer a los objetos, desde la percepción sensible o intuición (Anschauung). La capacidad de recibir representaciones se llama sensibilidad, y es una receptividad, pues los objetos vienen dados por esta. La capacidad que tenemos de pensar los objetos dados por la sensibilidad se llama entendimiento. Las intuiciones que se refieren a un objeto dado por las sensaciones se llaman intuiciones empíricas y el objeto sensible es llamado fenómeno (término de origen griego que significa «aquello que aparece»). Asimismo a las representaciones en las que no se encuentra nada perteneciente a la sensación se las llama puras. Se sigue que la ciencia de la sensibilidad es llamada Estética trascendental, que forma parte de la Doctrina Trascendental de los Elementos en la Crítica de la razón pura.

El empleo del término ‘Estética’ en Kant difiere del uso que hizo Alexander Gottlieb Baumgarten del mismo término, Estética en cuanto ciencia de lo bello. El uso de Kant es en realidad más fiel a la etimología (αισθητική –aisthetike– viene de ασθησις –aisthesis–, que significa «sensación, sensibilidad») pero el de Baumgarten tuvo mejor fortuna.

La Estética Trascendental muestra que, a pesar de la naturaleza receptiva de la sensibilidad, existen en ella unas condiciones a priori que nos permiten conocer, mediante el entendimiento, los objetos dados por el sentido externo (intuición). Estas condiciones son el espacio y el tiempo.

Para que las sensaciones sean referidas a objetos externos, o alguna cosa que ocupe un lugar distinto del nuestro, y, asimismo, para poder entender los objetos como exteriores los unos a los otros, como situados en lugares diversos, es necesario que tengamos «antes» la representación del espacio, que servirá de base a las intuiciones. De lo que se infiere que la representación del espacio no puede derivar de la relación de los fenómenos ofrecidos por la experiencia. Todo lo contrario: es absolutamente necesario dar por sentado de manera a priori esta representación de espacio como dada para que la experiencia fenoménica sea posible. El espacio, argumenta Kant, no puede ser un concepto del entendimiento puesto que los conceptos empíricos se elaboran sobre los objetos ya intuidos de forma sensible en el espacio y el tiempo; el espacio, como intuición, es anterior a cualquier intuición de objeto, anterior a cualquier experiencia; por eso, dice Kant, es una intuición pura.

La representación del espacio no es un producto de la experiencia; es una condición de posibilidad necesaria que sirve de base a todas las intuiciones externas. El espacio es la condición de posibilidad de existencia de todos los fenómenos.

Es importante comprender que el espacio es la forma en la cual todos los fenómenos externos se dan, o dicho de otro modo, en el espacio se da la intuición sensible. De lo anterior se sigue que el espacio tendrá una doble cualidad: en tanto condición formal en la que se dan los fenómenos, el espacio posee una idealidad trascendental en la cual se prescinde de la sensibilidad, y una realidad empírica en la cual se validan objetivamente los fenómenos intuidos.

Por su lado, el tiempo es también una forma pura de la intuición sensible y es presupuesto desde el sujeto cognocente (de manera a priori) El tiempo es una condición formal a priori de todos los fenómenos y posee validez objetiva en relación solo con los fenómenos. El tiempo, al igual que el espacio, tampoco es un concepto discursivo, sino una forma pura de la intuición sensible.

Pero en este caso, el tiempo es además la forma del sentido interno. Kant se refiere a la capacidad que los sujetos tienen de intuirse a sí mismos, en la "apercepción", es decir la percepción de la propia identidad empírica, en una sucesión de momentos, que constituyen el tiempo.

El espacio da validez objetiva a los fenómenos en tanto estos existen en la sensibilidad (sentido externo) que pone en relación al sujeto con el objeto que es percibido como 'fuera-

El tiempo da validez objetiva a los fenómenos en tanto que estos son percibidos no solo en el espacio exterior, sino desde la apercepción que se percibe a sí misma y en relación con su experiencia externa según un antes y un después es decir en un momento de esa intuición pura que es el tiempo. Se sigue de lo anterior que es posible pensar objetos que no estén dados en el espacio, pero no es posible pensar objetos que no estén dados en el tiempo. El tiempo es en consecuencia la forma de la intuición pura de la sensibilidad interna y tiene en sí mismo realidad subjetiva en tanto permite al sujeto pensarse a sí mismo como objeto en el tiempo. Finalmente el tiempo es asimismo forma de la intuición externa en la cual devienen todos los fenómenos intuidos en un espacio determinado.

De lo anterior Kant deduce que es imposible que los fenómenos existan por sí mismos, pues toda la realidad empírica se valida como algo real en tanto es intuida por el sujeto. En consecuencia, espacio y tiempo, al ser formas puras de la intuición sensible, son también condiciones inherentes al sujeto que intuye y sin estas al sujeto se le haría imposible recibir representaciones. Es así como la Estética Trascendental constituye el primer estadio de conocimiento del sujeto, y que tiene directa relación con la percepción sensible de objetos de la experiencia.

Cuando proyectamos hacia el exterior lo que denominamos extensión, estamos aplicando o sobreponiendo a los datos sensibles algo que no viene dado por ellos, algo puramente subjetivo, una forma, una condición previa de nuestra sensibilidad. Todo lo que llamamos corporal no va más allá de la representación interna, aunque lo consideremos como externo.

En la primera edición de la Crítica de la razón pura Kant dice: «El concepto trascendental de los fenómenos en el espacio es una advertencia crítica de que en general nada de lo percibido en el espacio es una cosa en sí, que el espacio es además una forma de las cosas; los objetos en sí nos son completamente desconocidos y lo que llamamos cosas exteriores no son más que representaciones de nuestra sensibilidad».

Podemos resumir la Estética Trascendental de la siguiente forma:

   1. Que son las impresiones (elemento material del conocimiento) las que ponen en marcha la mente humana.
   2. Que las impresiones son condición necesaria, pero no suficiente, para que se produzca el conocimiento sensible, o sea, para que podamos ver, oír, tocar... Hace falta algo más.
   3. Ese algo más que falta es aportado por el sujeto que conoce, por dos formas a priori de la sensibilidad: el espacio y el tiempo; con lo que cualquier acceso a las cosas en sí mismas sería en principio imposible para una mente receptivamente sensible como es la humana. Lo en-sí hay que suponer que existe, independientemente de que un sujeto lo conozca o no. Además, es causa de las impresiones que afectan nuestra sensibilidad, pero cualquier afirmación sobre ellas carece de sentido.
   4. Cuando, gracias al espacio y al tiempo ordenamos las impresiones, se produce el conocimiento o representación sensible, es decir, podemos ver, oír, tocar... Se ha realizado entonces la síntesis de aprehensión.

De esto Kant extrae dos conclusiones adicionales:

   1. Existe un límite, una demarcación clara entre lo que puede ser conocido de un modo objetivo y lo que no puede serlo, es decir, una demarcación clara entre ciencia y metafísica. Ese límite es la experiencia.
   2. Los matemáticos -por Ej.,-en geometría- pueden llegar a establecer verdades a priori sobre el espacio y aplicar esas verdades al mundo físico en la medida en que su ciencia tiene como objeto un espacio que es a priori.

Analítica trascendental

Además de espacio y tiempo como formas puras de la sensibilidad, el hombre dispone de las categorías como funciones del entendimiento, tema que se aborda en la «Analítica trascendental». La sensibilidad es receptiva, aunque no quiere decir esto que sea pasiva, pues presupone la actividad corporal. El entendimiento es también activo y su función es la de producir (hervorbringen) los conceptos. En este sentido, como ha mostrado Eugenio Moya en su reciente libro: Kant y las ciencias de la vida (Madrid, Biblioteca Nueva, 2008), la mente humana se comporta como cualquier ente vivo. En efecto, de igual manera que éstos organizan y se autoorganizan a sí mismos a partir de las diferentes materias que les servían de alimento, de respiración, etc.; es decir, son autopoyéticos. La mente tiene la capacidad para hacer emerger desde sí misma (selbstgebären), determinadas formas cognitivas a priori que organizan el material múltiple que le proporcionan los sentidos. “En este sentido -dice Kant en la Crítica de la razón pura-, las impresiones dan el impulso inicial para abrir toda la facultad cognoscitiva en relación con ellos y para realizar la experiencia. Ésta incluye dos elementos muy heterogéneos: una materia de conocimiento, extraída de los sentidos, y cierta forma de ordenarlos, extraída de la fuente interior de la pura intuición y del pensar, los cuales, impulsados por la materia, entran en acción y producen conceptos.” El a priori del entendimiento hay que concebirlo así, más que un conocimiento sustantivo, como una capacidad de producir conocimientos ajustando a ciertas reglas los materiales de la experiencia. Ahora bien, en la medida en que sólo podemos aprender a partir de esas reglas, no podemos decir que todo conocimiento deba justificarse a partir de aquellos materiales.

Recapitulando:

   1. El origen de todos nuestros conocimientos está en los sentidos. El espacio es la forma que aportamos para las representaciones externas. El tiempo es la forma pura que previamente aportamos tanto para lo externo como para lo interno.
   2. Aparte de estas formas puras, la razón humana dispone de la facultad del entendimiento, conformadora espontánea con su bagaje de categorías.
   3. Las intuiciones sensibles por sí mismas y solas no engendran conocimiento: son ciegas.
   4. Las intuiciones sensibles constituyen materia de conocimiento en tanto se someten a la conceptualización del entendimiento. Y a partir de allí opera nuestro aparato discursivo.

La razón humana tiene en el conjunto de categorías su fuerza para concebir los objetos, pero siempre que haya un aflujo de fenómenos sobre los cuales ellas puedan actuar. Cuando tal cosa no ocurre, en el caso de los objetos denominados "metafísicos", como Dios, el alma, el mundo, tal función del entendimiento deriva sin mucho sentido y cae en las llamadas antinomias, en que tanto puede demostrarse como verdadera una posición como la contraria.

Ética

La ética kantiana está contenida en lo que se ha denominado como sus tres obras éticas: Fundamentación de la Metafísica de las costumbres, Crítica de la razón práctica y Metafísica de las costumbres. Kant se caracterizó por la búsqueda de una ética o principios con el carácter de universalidad que posee la ciencia. Para la consecución de dichos principios Kant separó las éticas en: éticas empíricas (todas las anteriores a él) y éticas formales (ética de Kant).

Este nuevo planteamiento acerca de la ética hace de Kant el padre de la filosofía moderna.

La razón teórica formula juicios frente a la razón práctica que formula imperativos. Estos serán los pilares en los que se fundamenta la ética formal kantiana. La ética debe ser universal y, por tanto, vacía de contenido empírico, pues de la experiencia no se puede extraer conocimiento universal. Debe, además, ser a priori, es decir, anterior a la experiencia y autónoma, esto es, que la ley le viene dada desde dentro del propio individuo y no desde fuera. Los imperativos de esta ley deben ser categóricos y no hipotéticos que son del tipo "Si quieres A, haz B".

En contraposición a la ética a Kant se encuentra la ética de Santo Tomás de Aquino.

El imperativo categórico tiene cuatro formulaciones:

   1. " Obra sólo según una máxima tal, que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal."
   2. " Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca solamente como un medio."
   3. "Obra como si por medio de tus máximas fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de los fines".
   4. "Obra de tal forma que seas digno de ser feliz."

Kant sintetiza su pensamiento, y en general «el campo de la filosofía en sentido cosmopolita», en tres preguntas: ¿Qué debo hacer?, ¿Qué puedo saber?, ¿Qué me está permitido esperar?, que pueden resumirse en una sola: ¿Qué es el hombre?

A la primera interrogante trata de dar respuesta la moral. A la segunda, el análisis de la Crítica de la razón pura en torno de las posibilidades y límites del conocimiento humano. A la tercera trata de responder la religión. Y, por último, según las palabras del filósofo, la última es una indagación en la que confluyen las tres anteriores.

Kant concluye su estudio epistemológico haciendo especial hincapié en la importancia del deber, que es donde reside la virtud de toda acción. Al hacer coincidir la máxima de cualquier acción con la ley práctica, el ser humano habrá encontrado el principio objetivo y universal del obrar.

viernes, 18 de junio de 2010

MEDICINA BIOLÓGICA Dr. Germán Duque Mejía: UNIVERSIDAD DE TUBINGA


En esta Univerisdad de Tubinga estudió el Dr. Germán Duque Mejía

 La Universidad de Tubinga (nombre original: Eberhard Karls Universität Tübingen, también conocida como "Eberhardina") es una universidad pública localizada en la ciudad de Tübingen (Baden - Württemberg, Alemania). Es una de las universidades más antiguas de Alemania, con reconocimiento internacional en los campos de la Medicina, las Ciencias Naturales y las Humanidades. Tübingen es una de las cinco clásicas ciudades universitarias en Alemania, siendo las otras cuatro Marburg, Göttingen, Freiburg y Heidelberg. La Universidad ha tenido varios alumnos laureados con el Premio Nobel, especialmente en los campos de la Medicina y de la Química.

Actualmente, posee unos 24 000 estudiantes matriculados. Los 17 hospitales de la ciudad afiliados a la facultad de la Universidad tienen 1500 camas, atendiendo a decenas de miles de pacientes anualmente.

Historia

La Universidad de Tubinga fue fundada en 1477 por el conde Eberhard V (Eberhard im Bart, 1445 - 1496). Más tarde, el primer duque de Württemberg, un reformista civil y eclesiástico que creó la escuela después de impregnarse del espíritu renacentista de la educación durante sus viajes a Italia. Su primer rector fue Johannes Nauclerus.

Su nombre actual fue conferido en 1769 por el duque Karl Eugen, de quien la institución tomó el nombre (Karls es el posesivo de Karl). La Universidad se convirtió en la principal del reino de Württemberg. Hoy en día, es una de las nueve universidades estatales fundadas por el estado federal alemán de Baden - Württemberg.

La Universidad de Tubinga posee una historia de innovación en el pensamiento, particularmente en lo relativo a la Teología, en la cual la Universidad y el "Tübinger Stift" (Seminario) son reconocidos incluso actualmente. Philipp Melanchthon (1497 - 1560), el iniciador del sistema educativo alemán y figura principal en la Reforma Protestante, ayudó a establecer su dirección. Entre los estudiantes (y / o profesores) eminentes de Tübingen se encuentran el astrónomo Johannes Kepler; el economista Horst Köhler (actual presidente de Alemania); Joseph Ratzinger, antiguo cardenal y actual Papa Benedicto XVI; el poeta Friedrich Hölderlin; y los filósofos Friedrich Schelling y Georg Wilhelm Friedrich Hegel. En ocasiones, se habla de "Los Tres de Tubinga" para referirse a Hölderlin, Hegel y Schelling, que fueron compañeros de habitación en el "Tübinger Stift".

La Universidad creció hasta la cúspide de su importancia a mediados del siglo XIX, con las enseñanzas del poeta y líder civil Ludwig Uhland, y el teólogo protestante Ferdinand Christian Baur, cuyas creencias y discípulos fueron conocidos como la "Escuela de Tubinga" y que iniciaron un análisis histórico de los textos bíblicos, una aproximación también referida como Alto Criticismo. Tubinga fue también la primera universidad alemana que tuvo una facultad de Ciencias Naturales, en 1863. El ADN fue descubierto 1868 en esta universidad por Friedrich Miescher. Christiane Nüsslein - Volhard, la primera mujer alemana que obtuvo el Premio Nobel en Medicina también trabajó en la Universidad de Tubinga.

La facultad de Economía y Empresariales fue fundada en 1817 como "Staatswissenschaftliche Fakultät") y fue la primera de esta naturaleza en toda Alemania. En 1970, la Universidad de Tubinga fue reestructurada en una serie de facultades como departamentos independientes de estudio e investigación, a la manera de las universidades francesas.

Investigación


El Zentrum für Molekularbiologie der Pflanzen (Centro para la Biología Molecular de las plantas) de la Universidad de Tübingen es una instalación de investigación científica multidisciplinar (Fisiología Vegetal, Bioquímica Vegetal, Genética Vegetal), localizada en el campus científico de Morgenstelle.

La Universidad de Tubinga está emprendiendo un gran número de proyectos de investigación en numerosos campos. Los más prominentes se encuentran dentro del marco de las Ciencias Naturales. El Instituto Hertie para la Investigación Clínica del Cerebro, por ejemplo, se centra en la neurología general, cognitiva y celular, así como en la neurodegeneración. El Centro Interdisciplinar para la Investigación Clínica se centra principalmente en la biología celular y su aplicación en el diagnóstico y en la terapia de enfermedades sistémicas.

Situación

La Universidad de Tubinga no tiene sus instalaciones concentradas en un único lugar, sino que se extiende por diversos puntos de la ciudad, a la manera tradicional europea. Existen cuatro zonas con una mayor concentración de instituciones universitarias.

•          La Universidad hace uso de numerosos edificios en el casco antiguo de Tubinga, algunos de los cuales datan de la época de la fundación de la Universidad. Hoy en día, estos edificios están ocupados principalmente por pequeños departamentos de Humanidades, como ocurre con el Schloss Hohentübingen (Castillo de Tubinga).

•          En el noreste del casco antiguo, el área Wilhelmstraβe (que se extiende alrededor de la calle del mismo nombre) acoge los grandes departamentos de Humanidades, así como los departamentos de administración de la Universidad. La biblioteca universitaria principal y el refectorio principal también se encuentran aquí.

•          Un nuevo campus para las Ciencias fue construido en los años setenta en Morgenstelle, sobre una colina al norte del casco antiguo de Tubinga. Las instalaciones en esta zona incluyen un gran refectorio.

•          Los hospitales clínicos universitarios se encuentran localizados en diversos puntos de la ciudad. La mayor de las once residencias se encuentra en Waldhäuser Ost (1700 habitaciones) y en Französisches Viertel (500 habitaciones).

Bibliotecas

La biblioteca universitaria, además de para los alumnos matriculados, está abierta al público en general. La biblioteca dispone de tres millones de volúmenes y más de 7 600 revistas. Aparte de la biblioteca principal, existen más de 80 bibliotecas departamentales asociadas a la universidad que contienen otros tres millones de volúmenes. La biblioteca de préstamo principal se localiza en Wilhelmstraβe y está compuesta por varios edificios diferentes que están conectados por pasillos y corredores.

•          El Bonatzbau, el edificio más antiguo de la biblioteca, fue construido en 1912 y actualmente alberga la sala de lectura histórica (Historischer Lesesaal), el archivo de la Universidad, junto con numerosas colecciones de manuscritos.

•          El edificio principal de la biblioteca, construido en 1963, contiene el mostrador de información y las estaciones de búsqueda para acceder a los catálogos electrónicos y a las bases de datos.

•          El Ammerbau es la más reciente incorporación al complejo de la biblioteca. Construido en 2002, ofrece a los usuarios un acceso directo a más de 300 000 volúmenes y a las últimas ediciones de periódicos, revistas y publicaciones. También contiene numerosos puestos de trabajo y habitaciones individuales separadas para los trabajos en grupo.

Organización

Facultades

La Universidad está constituida por 14 facultades, algunas de las cuales están subdivididas en departamentos.

•          Teología Protestante.
•          Teología Católica.
•          Derecho.
•          Economía, Empresariales y Administración.
•          Medicina.
•          Filosofía e Historia.
•          Ciencias Sociales y del Comportamiento.
•          Lenguas Modernas.
•          Ciencias Culturales.
•          Matemáticas y Física.
•          Química y Farmacia.
•          Biología.
•          Geociencias.
•          Ciencias Cognitivas y de la Información.

Gobierno

La Universidad se gobierna con tres organismos separados, con funciones y cometidos distintos. Los componentes de éstos pueden pertenecer a más de un organismo a la vez.

•          El Rectorado es la parte ejecutiva del equipo gobernante de la Universidad. El actual rector, el profesor Bernd Engler, está apoyado por cuatro diputados, de los cuales tres son prorrectores (cargo similar al de vicerrector), y un preboste. Existen también miembros permanentes del Senado Universitario.
•          El Senado es la sección legislativa del gobierno. Aparte de los miembros del Rectorado, incluye al Comisionado de Igualdad de Oportunidades, los decanos, 20 miembros electos en representación de los profesores, ponentes, estudiantes, personal no académico y dos consejeros que representan a los hospitales clínicos universitarios.

•          El Consejo Universitario (Hochschulrat o Universtätsrat) tiene 13 miembros, incluyendo el presidente y el vicepresidente, así como cinco miembros internos y otros seis externos.

Vida estudiantil

Puesto que los estudiantes universitarios conforman casi una cuarta parte de la población total de Tubinga, la cultura de la ciudad está en gran parte determinada por ellos. Consecuentemente, existe un bajón en la actividad de la ciudad durante las vacaciones estudiantiles, particularmente durante el verano, cuando un gran número de eventos habituales durante el curso no se celebran. Estrechamente vinculadas con la Universidad existen numerosas sociedades estudiantiles que representan principalmente las artes y los partidos políticos. Más destacable es la cantidad de coros y de grupos de teatro estudiantiles afiliados a la Facultad de Lenguas Modernas, algunos de los cuales interpretan en distintos idiomas. Radio Uniwelle Tübingen es la emisora de radio de la Universidad, que emite siete horas de programas a la semana producidos por los estudiantes bajo la supervisión del personal contratado por la Universidad.

La Universidad también ofrece gimnasios y cursos deportivos, llamados Hochschulsport.

Puesto que Tübingen posee un departamento de Ciencias del Deporte con un gran número de instalaciones, los estudiantes de otras materias tienen la posibilidad de participar en varias disciplinas deportivas de forma individual o formando parte de equipos. Además, existe la posibilidad de practicar deportas más exóticos, como el paracaidismo o las artes marciales. Los estudiantes pueden participar en estos cursos gratuitamente o pagando unas tasas reducidas. El departamento de deportes está localizado cerca del área de Wilhelmstraβe y puede llegarse allí utilizando alguno de los frecuentes servicios de autobuses.

A diferencia de las ciudades grandes, en Tubinga no suelen aplicarse descuentos para estudiantes. Los cines o la biblioteca pública de la ciudad en particular no ofrecen descuentos para estudiantes, y sólo unos pocos restaurantes ofrecen reducciones en sus comidas. Sin embargo, los estudiantes pueden beneficiarse del Semesterticket, un pase que supone una enorme reducción en el precio del transporte público, que posee una duración de seis meses y ofrece la posibilidad de realizar un número ilimitado de viajes en tren o autobús de la asociación de transportes Verkehrsverbund, y cuesta unos 40 €. El teatro Landestheater Tübingen y todas las piscinas públicas también tienen descuentos para estudiantes.

La vida nocturna en Tubinga se centra en los numerosos pubs del casco antiguo, junto con el gran número de clubs, muchos de los cuales están dedicados a música alternativa. Durante el semestre, el Clubhaus (de carácter público), en el centro del área de Wilhelmstraβe, alberga la Clubhausfest semanal (todos los jueves por la noche). Este club popular y de entrada libre está organizado y promovido por sociedades estudiantiles y los cuerpos representativos estudiantiles (Fachschaft), y todas las actividades organizadas son para los estudiantes.

Alumnos notables

Esta lista también incluye alumnos del Tübinger Stift (Seminario), que no es una parte de la Universidad, pero tiene una estrecha relación con ella.

Laureados con el Premio Nobel
•          Günter Blobel, (1999, Fisiología o Medicina)
•          Karl Ferdinand Braun, (1909, Física)
•          Eduard Buchner, (1907, Química)
•          Adolf Butenandt, (1939, Química)
•          Hartmut Michel, (1988, Química)
•          Christiane Nüsslein-Volhard, (1995, Fisiología o Medicina)
•          William Ramsay, (1904, Química)
•          Bert Sakmann, (1991, Fisiología o Medicina)
•          Georg Wittig, (1979, Química)

Teología
•          Karl Barth, teólogo cristiano suizo
•          Dietrich Bonhoeffer, teólogo luterano, pastor y opositor al régimen Nazi
•          Paul S. Fiddes, Profesor de Teología Sistemática y Director del Regent's Park

College, Universidad de Oxford
•          Walter Kasper, cardenal de la Iglesia Católica Romana
•          Hans Küng, teólogo católico romano, crítico con la doctrina católica (actualmente vetado en la enseñanza de Teología Católica Romana)
•          Benedicto XVI Papa, antes conocido como Cardenal Joseph Ratzinger
•          Charles-Frédéric Reinhard, político
•          Philip Schaff, historiador de la Iglesia
•          Miroslav Volf, teólogo cristiano en la Universidad de Yale
•          Jan Paulsen, presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

Derecho
•          Martin Bangemann, ministro alemán de Economía (1984 - 1988) y comisionado de la UE (1989 - 1999)
•          Herta Däubler-Gmelin, ministra alemana de Justicia (1998 - 2002)
•          Roman Herzog, presidente de Alemania (1994 - 1999)
•          Philipp Jenninger, presidente del Parlamento Federal alemán (1984 - 1988)
•          Klaus Kinkel, vice - canciller y ministro de Asuntos Exteriores de Alemania (1993 - 1998)
•          Gebhard Müller, presidente del Tribunal Federal Constitucional de Alemania (1959 - 1971)
•          Carlo Schmid, político alemán y uno de los "padres de la constitución"

Economía
•          Helmut Haussmann, ministro alemán de Economía (1988 - 1991)
•          Friedrich List
•          Horst Köhler, presidente del FMI (2000 - 2004) y actual presidente de Alemania (desde 2004)
•          Wilhelm Rall, McKinsey
•          Jürgen Stark, Economista Jefe y miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo
•          Klaus Töpfer, vice - secretario general de las Naciones Unidas y director ejecutivo del Programa Medioambiental de las Naciones Unidas

Literatura alemana
•          Eugen Gerstenmaier, presidente del Parlamento Federal alemán (1954 - 1969).
•          Martin Walser, escritor
•          Christoph Martin Wieland, poeta
•          Wolfgang Iser, teórico literario

Historia
•          Kurt Georg Kiesinger, canciller de Alemania (1966 - 1969)
•          Rita Süssmuth, presidenta del Parlamento Federal alemán (1988 - 1998)

Egiptología
•          Boyo Ockinga, Egiptólogo

Filosofía
•          Friedrich Hölderlin, poeta
•          Georg Wilhelm Friedrich Hegel, filósofo
•          Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling, filósofo

Medicina
•          Alois Alzheimer, psiquiatra y neuropatólogo
•          Victor von Bruns, cirujano
•          Karl von Vierordt, fisiólogo

Ciencias Naturales / Matemáticas
•          Theodor Eimer (1843-1898), zoólogo y anatomía comparada
•          Hans Geiger, físico
•          Johann Georg Gmelin (1709-1755), botánico
•          Johannes Kepler (1571-1630), astrónomo
•          Karl Meissner (1891-1959) físico


viernes, 11 de junio de 2010

MEDICINA BIOLÓGICA Dr. Germán Duque Mejía: PARACELSO





Médico y alquimista suizo nacido en 1493. Estableció el rol de la química en la medicina. Publicó el gran libro de la cirugía en 1536 y una descripción clínica de la sífilis en 1530.

Hijo de un medico y químico, su madre murió cuando era muy joven por lo que se mudaron al sur de Austria donde su padre le enseñó la teoría y práctica de la química. El joven Paracelso aprendió de los mineros de la zona mucho acerca de los metales y se preguntó si algún día descubriría la forma de transformar el plomo en oro.

En 1507, a los 14 años, se unió a un grupo de jóvenes que viajaban por Europa en busca de grandes profesores en las universidades. Asistió a varias universidades quedando decepcionado con la educación tradicional.

Decía que las universidades no enseñaban todas las cosas que deberían por lo que un médico debía concurrir a gitanos, magos, sabios, ancianos para aprender cosas de ellos. Un doctor debe ser un viajero, la sabiduría es la experiencia.

Se dice que se graduó en 1510 en la universidad de Viena a los 17 años pero se cree que se graduó en la Universidad de Ferrara en 1516 (los archivos universitarios de ese año no se han encontrado). En Ferrara era libre de criticar la creencia de que los astros controlaban las partes del cuerpo humano.

No era un hombre de establecerse en un lugar por toda la vida por lo que luego de recibirse paso su vida en casi toda Europa. Participó como cirujano en las guerras holandesas. Pasó por Rusia, Lituania, Inglaterra, Escocia, Hungría, e Irlanda.

En sus últimos años su espíritu viajero lo llevó a Egipto, Arabia, Constantinopla. Por cada lugar que visitaba aprendía algo sobre la alquimia y medicina.

Luego de viajar por 10 años, regresó a Austria en 1524 donde descubrió que era famoso por muchas curas milagrosas que había desarrollado. Se convirtió en El Gran Paracelso a los 33 años y fue designado como el médico del pueblo y conferenciante de la universidad de Basel y estudiantes de toda Europa concurrían a sus conferencias. No sólo invitaba a estudiantes sino a todo aquel al que le interesara el tema. Las autoridades se escandalizaron por su amplia invitación.

3 Semanas después, rodeado por una multitud de estudiantes que lo apoyaban quemó los libros de Avicenna (el príncipe de los médicos de Arabia) y los de Galen (médico griego) en frente de la universidad.

Alcanzó la cima de su carrera en Basel. Su fama se difundió por todo el mundo conocido. Escribió acerca del poder para curar de la naturaleza y como tratar heridas. Decía que si uno prevenía la infección de una herida esta se curaría por sí misma. Atacó severamente muchas de las prácticas médicas erróneas de la época y descalificó a las píldoras, infusiones, bálsamos, soluciones, etc. Como tratamientos médicos.

Su triunfo en Basel duró menos de un año y había ganado muchos enemigos. Era visto como un mentecato por los profesionales de la época. De repente se vio obligado a huir a Alsacia. Pasó varios años viviendo con amigos y revisó viejos tratados y escribió nuevos. Con la publicación del Gran Libro De La Cirugía ganó nuevamente la fama perdida y aún más. Se volvió un hombre rico.

En mayo de 1538, en la cima de su segundo período de gloria volcó a Austria a ver a su padre y descubrió que había muerto 4 años antes. En 1541 Paracelso murió a los 48 años de edad en circunstancias misteriosas.

Logros de Paracelso:

Sus descubrimientos médicos fueron muy importantes. En 1530 escribió la mejor descripción clínica de la sífilis de la época aprobando el tratamiento de ésta enfermedad por medio de la ingestión de pequeñas cantidades de mercurio cuidadosamente medidas. Afirmó que la enfermedad de los mineros (Silicosis) era resultado de la inhalación de vapores de los metales y no una venganza de los espíritus de las montañas. Fundó las bases de la homeopatía moderna.

Fue el primero en conectar las paperas con la ingestión de agua con metales (en gral. Plomo). Y realizó numerosos remedios para numerosas enfermedades.

J.L. Borges - La Rosa de Paracelso

En su taller, que abarcaba las dos habitaciones del sótano, Paracelso pidió a su Dios, a su indeterminado Dios, a cualquier Dios, que le enviara un discípulo. Atardecía. El escaso fuego de la chimenea arrojaba sombras irregulares. Levantarse para encender la lámpara de hierro era demasiado trabajo. Paracelso, distraído por la fatiga, olvidó su plegaria. La noche había borrado los polvorientos alambiques y el atanor cuando golpearon la puerta. El hombre, soñoliento, se levantó, ascendió la breve escalera de caracol y abrió una de las hojas. Entró un desconocido. También estaba muy cansado. Paracelso le indicó un banco; el otro se sentó y esperó. Durante un tiempo no cambiaron una palabra. El maestro fue el primero que habló.

-Recuerdo caras del Occidente y caras del Oriente -dijo no sin cierta pompa-. No recuerdo la tuya. ¿Quién eres y qué deseas de mí?

-Mi nombre es lo de menos -replicó el otro-. Tres días y tres noches he caminado para entrar en tu casa. Quiero ser tu discípulo. Te traigo todos mis haberes.

Sacó un talego y lo volcó sobre la mesa. Las monedas eran muchas y de oro. Lo hizo con la mano derecha. Paracelso le había dado la espalda para encender la lámpara. Cuando se dio vuelta advirtió que la mano izquierda sostenía una rosa. La rosa lo inquietó. Se recostó, juntó la punta de los dedos y dijo:

-Me crees capaz de elaborar la piedra que trueca todos los elementos en oro y me ofreces oro. No es oro lo que busco, y si el oro te importa, no serás nunca mi discípulo.

-El oro no me importa -respondió el otro-. Estas monedas no son más que una parte de mi voluntad de trabajo. Quiero que me enseñes el Arte. Quiero recorrer a tu lado el camino que conduce a la Piedra.

Paracelso dijo con lentitud:

-El camino es la Piedra. El punto de partida es la Piedra. Si no entiendes estas palabras, no has empezado aún a entender. Cada paso que darás es la meta.

El otro lo miró con recelo. Dijo con voz distinta:

-Pero, ¿hay una meta?

Paracelso se rió.

-Mis detractores, que no son menos numerosos que estúpidos, dicen que no y me llaman un impostor. No les doy la razón, pero no es imposible que sea un iluso.

Sé que "hay" un Camino.



Hubo un silencio, y dijo el otro:

-Estoy listo a recorrerlo contigo, aunque debamos caminar muchos años. Déjame cruzar el desierto. Déjame divisar siquiera de lejos la tierra prometida, aunque los astros no me dejen pisarla. Quiero una prueba antes de emprender el camino.

-¿Cuándo? -dijo con inquietud Paracelso.

-Ahora mismo -dijo con brusca decisión el discípulo.

Habían empezado hablando en latín; ahora, en alemán. El muchacho elevó en el aire la rosa.

-Es fama -dijo- que puedes quemar una rosa y hacerla resurgir de la ceniza, por obra de tu arte. Déjame ser testigo de ese prodigio. Eso te pido, y te daré después mi vida entera.

-Eres muy crédulo -dijo el maestro-. No he menester de la credulidad; exijo la fe.

El otro insistió.

-Precisamente porque no soy crédulo quiero ver con mis ojos la aniquilación y la resurrección de la rosa.

Paracelso la había tomado, y al hablar jugaba con ella.

-Eres crédulo -dijo-. ¿Dices que soy capaz de destruirla?

-Nadie es incapaz de destruirla -dijo el discípulo.

-Estás equivocado. ¿Crees, por ventura, que algo puede ser devuelto a la nada? ¿Crees que el primer Adán en el Paraíso pudo haber destruido una sola flor o una brizna de hierba?

-No estamos en el Paraíso -dijo tercamente el muchacho-; aquí, bajo la luna, todo es mortal.

Paracelso se había puesto en pie.

-¿En qué otro sitio estamos? ¿Crees que la divinidad puede crear un sitio que no sea el Paraíso? ¿Crees que la Caída es otra cosa que ignorar que estamos en el Paraíso?

-Una rosa puede quemarse -dijo con desafío el discípulo.

-Aún queda fuego en la chimenea -dijo Paracelso-. Si arrojaras esta rosa a las brasas, creerías que ha sido consumida y que la ceniza es verdadera. Te digo que la rosa es eterna y que sólo su apariencia puede cambiar. Me bastaría una palabra para que la vieras de nuevo.

-¿Una palabra? -dijo con extrañeza el discípulo-. El atanor está apagado y están llenos de polvo los alambiques. ¿Qué harías para que resurgiera?

Paracelso le miró con tristeza.

-El atanor está apagado -repitió- y están llenos de polvo los alambiques. En este tramo de mi larga jornada uso de otros instrumentos.

-No me atrevo a preguntar cuáles son -dijo el otro con astucia o con humildad.

-Hablo del que usó la divinidad para crear los cielos y la tierra y el invisible Paraíso en que estamos, y que el pecado original nos oculta. Hablo de la Palabra que nos enseña la ciencia de la Cábala.

El discípulo dijo con frialdad:

-Te pido la merced de mostrarme la desaparición y aparición de la rosa. No me importa que operes con alquitaras o con el Verbo.

Paracelso reflexionó. Al cabo, dijo:

-Si yo lo hiciera, dirías que se trata de una apariencia impuesta por la magia de tus ojos. El prodigio no te daría la fe que buscas: Deja, pues, la rosa.

El joven lo miró, siempre receloso. El maestro alzó la voz y le dijo:

-Además, ¿quién eres tú para entrar en la casa de un maestro y exigirle un prodigio? ¿Qué has hecho para merecer semejante don?

El otro replicó, tembloroso:

-Ya sé que no he hecho nada. Te pido en nombre de los muchos años que estudiaré a tu sombra que me dejes ver la ceniza y después la rosa. No te pediré nada más. Creeré en el testimonio de mis ojos.

Tomó con brusquedad la rosa encarnada que Paracelso había dejado sobre el pupitre y la arrojó a las llamas. El color se perdió y sólo quedó un poco de ceniza. Durante un instante infinito esperó las palabras y el milagro.

Paracelso no se había inmutado. Dijo con curiosa llaneza:

-Todos los médicos y todos los boticarios de Basilea afirman que soy un embaucador. Quizá están en lo cierto. Ahí está la ceniza que fue la rosa y que no lo será.

El muchacho sintió vergüenza. Paracelso era un charlatán o un mero visionario y él, un intruso, había franqueado su puerta y lo obligaba ahora a confesar que sus famosas artes mágicas eran vanas.

Se arrodilló, y le dijo:

-He obrado imperdonablemente. Me ha faltado la fe, que el Señor exigía de los creyentes. Deja que siga viendo la ceniza. Volveré cuando sea más fuerte y seré tu discípulo, y al cabo del Camino veré la rosa.

Hablaba con genuina pasión, pero esa pasión era la piedad que le inspiraba el viejo maestro, tan venerado, tan agredido, tan insigne y por ende tan hueco.

¿Quién era él, Johannes Grisebach, para descubrir con mano sacrílega que detrás de la máscara no había nadie?

Dejarle las monedas de oro sería una limosna. Las retomó al salir. Paracelso lo acompañó hasta el pie de la escalera y le dijo que en esa casa siempre sería bienvenido. Ambos sabían que no volverían a verse.

Paracelso se quedó solo. Antes de apagar la lámpara y de sentarse en el fatigado sillón, volcó el tenue puñado de ceniza en la mano cóncava y dijo una palabra en voz baja.

La rosa resurgió.