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viernes, 30 de abril de 2010

DESTINO DE UNA VIDA



Médico cirujano, internista y ginecoobstreta, títulos obtenidos todos en Alemania, el doctor Germán Duque Mejía fue el padre de las medicinas alternativas en Colombia y en Latinoamérica. Vocación científica y espiritual.

     El doctor Germán Duque Mejía -derecha- acompañado del renombrado científico doctor Peter Dosch, padre de la medicina neuralterapeuta en el mundo


 
Nació en 1933 en el Líbano, Tolima, en el hogar de don Alfonso Duque y doña Inés Mejía, comerciantes de café. Desde niño dio muestras de inteligencia, imaginación y generosidad. A los 26 años se graduó de médico de la Universidad Eberhard Karls de Tubingen, Alemania. A su regreso se convirtió en el médico de moda de Cali. 

Con un paciente desahuciado volvió a Alemania. Un colega le sugirió buscar un practicante de la terapia Huneke, y quedó maravillado por los resultados obtenidos en segundos con un par de inyecciones aplicadas a su paciente por el doctor Peter Dosch. Así incursionó Jaime Germán Duque Mejía en las medicinas alternativas. 

Al retornar se instaló en la hacienda paterna donde traducía y compartía con Huneke, Adler, Mink y Dosch, entre otros médicos alternativos. Su consulta en Los Robles, Popayán, fue el centro espiritual de la medicina bioenergética y los médicos de mente abierta. 

Fundó la Sociedad Latinoamericana de Medicina Biológica y la Escuela de Medicinas Alternativas donde miles de médicos siguieron y multiplicaron sus enseñanzas. Sus teorías expresadas con lucidez y fino humor conquistaban partidarios y opositores. Los éxitos de Germán Duque y sus pupilos levantaron polvareda en el gremio, los medios y los tribunales. 

Dedicó su existencia a impulsar una vida armónica entre la materia y el espíritu. Cálido, dedicado, positivo y tolerante, vestía de blanco como sus maestros orientales Kirpal y Ayaib, guías espirituales de los cuales aprendió la serenidad que irradiaba. 

Se destacaban su honestidad profesional, su capacidad de sacrificio, su seriedad de investigador y el prestigio que conquistó en sus santuarios de Popayán y de Arbeláez –Cundinamarca–, alejado de toda publicidad y protagonismo. Cerca de cien mil pacientes, pobres y ricos, se sometieron a su medicina espiritual y obtuvieron una sanación que muchos calificaban de milagrosa. 

La doctora Graciela Lizarazo, esposa y fiel discípula, en compañía de sus hijas ha continuado con la obra del maestro en el Centro Médico Kirpalamar, Arbeláez (Cundinamarca), y la Fundación Germán Duque Mejía. 

Allí llevan a cabo su misión de salud para pacientes nacionales y extranjeros, y programas de formación y desarrollo integral para las familias de la región.