Santa Hildegarda de Bingen O.S.B. (n. 16 de septiembre 1098 en Bermersheim, junto a Alzey en Rheinhessen, Renania-Palatinado, Alemania; † 17 de septiembre 1179 en el monasterio de Rupertsberg, Bingen, id.) fue abadesa benedictina, líder monástica, mística, profetisa, médica, compositora y escritora alemana.
Nota: Escuche el himno; O frondes virga, escrita por la Doctora , Hildegarda Von Bingen
Sus primeros años
Hildegarda de Bingen nació en Bermersheim (Alemania) en el valle del Rin, el año 1098, en el seno de una familia noble alemana. Fue la menor de los diez hijos de Hildebert de Bermersheim y Mechtild. Por ser la décima fue considerada como el diezmo para Dios, según la mentalidad medieval, siendo entregada a los catorce años al monasterio de Disibodenberg.
Este monasterio era masculino, pero acogió un pequeño grupo de reclusas en una celda anexa bajo la dirección de Jutta de Sponheim. La ceremonia de clausura solemne fue celebrada el 1 de noviembre de 1112, participando también Hildegarda junto a Jutta y otra reclusa. En 1115 la celda se transforma en un pequeño monasterio para poder albergar el creciente número de vocaciones. En ese mismo año emitió la profesión religiosa Hildegarda en manos del obispo Otto de Bamberg. Hildegarda recibió durante estos primeros años una educación monástica rudimentaria dirigida por Jutta. Consistió en los rudimentos de la lengua latina, para poder seguir la liturgia; lectura de la Sagrada Escritura , memorizando los Salmos, que se recitaban diariamente; y el canto gregoriano.
Desde muy niña, Hildegarda tuvo visiones, que más tarde la propia Iglesia confirmaría como inspiradas por Dios. Estos episodios los vivía conscientemente, es decir, sin perder los sentidos ni sufrir éxtasis. Ella los describió como UNA GRAN LUZ en la que se presentaban imágenes, formas y colores; además iban acompañados de una voz que le explicaba lo que veía y, en algunos casos, de música.
Escritora y fundadora
Jutta murió en 1136, e Hildegarda, a pesar de ser joven, fue elegida por las monjas como abadesa. En 1141, a la edad de cuarenta y dos años, le sobrevino un episodio de visiones más fuerte, durante el cual recibió la orden de escribir las visiones que en adelante tuviese. A partir de entonces, Hildegarda escribe sus experiencias, que darán como resultado el primer libro, llamado Scivias (Conoce Los Caminos), que concluirá en 1151. Para tal fin, tomó como secretario y amanuense al monje Volmar, y, como colaboradora, a Ricardis de Stade.
En 1148, un comité de teólogos, a petición del Papa Eugenio III, estudia y aprueba parte de Scivias. El mismo Papa leería públicamente algunos textos durante el sínodo de Tréveris. Tras la aprobación, envió una carta a Hildegarda, pidiéndole que continuase escribiendo sus visiones. Con ello da comienzo no sólo la actividad literaria aprobada canónicamente, sino la relación epistolar con múltiples personalidades de la época (tanto políticas como eclesiásticas), que pedían sus consejos y orientaciones. Tal fue su reconocimiento que llegó a ser conocida como la SIBILA DEL RIN. La gente la buscaba para escuchar sus palabras de sabiduría, para curarse o para que los guiara.
Hildegardis-Codex
En ese mismo año, una visión le hace concebir a Hildegarda la fundación de un nuevo monasterio en Rupertsberg, para trasladar a la crecida comunidad y emanciparla de los monjes de Disibodenberg. Tras las oposiciones de éstos, logra el permiso del arzobispo de Maguncia, y comienzan las obras. La comunidad se trasladó en 1150.
Concluido el Scivias, Hildegarda se dedica en su nuevo monasterio a la elaboración de los libros de contenidos físicos y médicos hasta 1158 y a ultimar la colección de cantos que tituló Symphonia armonie celestium revelationum.
En 1165 funda un segundo monasterio en Eibingen, que visitaba regularmente dos veces a la semana.
Obras literarias
El alfabeto de Hildegarda von Bingen, Litterae ignotae, que usó para su lengua Lingua Ignota.
De las obras religiosas que escribió Hildegarda, destacan tres de carácter teológico: Scivias, sobre teología dogmática; Liber Vitae Meritorum, sobre teología moral; y Liber Divinorum Operum, sobre cosmología, antropología y teodicea.
Además escribió obras de carácter científico: Liber Simplicis Medicinae o Physica, sobre las propiedades curativas de plantas y animales desde una perspectiva holística; y Liber Compositae Medicinae o Causae et curae, sobre el origen de las enfermedades y su tratamiento desde el punto de vista teórico.
Otra de sus obras destacable es Lingua ignota, primera lengua artificial de la historia, por la que fue nombrada patrona de los esperantistas.
Obras musicales
O frondens virga
Reproducir sonido
Ordo Virtutum.
Hildegarda compuso setenta y ocho obras musicales, agrupadas en Symphonia armonie celestium revelationum: 43 antífonas, 18 responsorios, 4 himnos, 7 secuencias, 2 sinfonías (con el significado propio del siglo XII), 1 aleluya, 1 kyrie, 1 pieza libre y 1 oratorio (fascinante, pues el oratorio se inventó en el siglo XVII). Además, compuso un auto sacramental musicalizado llamado Ordo Virtutum ("Orden de las virtudes", en latín), sobre las virtudes.
* 1) Ave generosa
* 2) Ave Maria
* 3) Columba aspexit
* 4) Cum erebuerint
* 5) Cum processit factura
* 6) Cum vox sanguinis
* 7) Favus distillans
* 8) Hodie aperuit
* 9) In Matutinis laudibus (Aer enim volat)
* 10) In Matutinis laudibus (De Patria etiam earum)
* 11) In Matutinis laudibus (Deus enim)
* 12) In Matutinis laudibus (Deus enim rorem)
* 13) In Matutinis laudibus (Et ideo puelle iste)
* 14) In Matutinis laudibus (Sed diabolus)
* 15) In Matutinis laudibus (Studium divinitatis)
* 16) In Matutinis laudibus (Unde quocumque venientes)
* 17) Karitas habundat
* 18) Kyrie
* 19) Laus Trinitati
* 20) Mathias sanctus
* 21) Nunc gaudeant
* 22) O beata infantia
* 23) O beatissime Ruperte
* 24) O Bonifaci
* 25) O choruscans stellarum
* 26) O clarissima mater
* 27) O cohors milicie floris
* 28) O cruor sanguinis
* 29) O dulcis electe
* 30) O dulcissime amator
* 31) O Ecclesia
* 32) O eterne Deus
* 33) O Euchari columba
* 34) O Euchari in leta via
* 35) O felix anima
* 36) O felix apparicio
* 37) O frondens virga
* 38) O gloriosissimi lux vivens angeli
* 39) O Ierusalem
* 41) O ignis Spiritus Paracliti
* 42) O lucidissima apostolorum turba
* 43) O magne Pater
* 44) O mirum admirandum
* 45) O nobilissima viriditas
* 46) O orzchis Ecclesia
* 47) O pastor animarum
* 48) O Pater omnium
* 49) O presul vere civitatis
* 50) O pulcre facies
* 51) O quam magnum miraculum
* 52) O quam mirabilis
* 53) O quam preciosa
* 54) O rubor sanguinis
* 55) O spectabiles viri
* 56) O speculum columbe
* 57) O splendissima gemma
* 58) O successores
* 59) O tu illustrata
* 60) O tu suavissima virga
* 61) O victoriosissima triumphatores
* 62) O virga ac diadema
* 63) O virga mediatrix
* 64) O virgo Ecclesia
* 65) O viridissima virga
* 66) O viriditas digiti Dei
* 67) O virtus Sapientie
* 68) O vis eternitatis
* 69) O vos angeli
* 70) O vos felices radices
* 71) O vos imitatores
* 72) Ordo Virtutum
* 73) Quia ergo femina
* 74) Quia felix puericia
* 75) Rex noster promptus est
* 76) Spiritui Sancto
* 77) Spiritus sanctus vivificans vita
* 78) Vos flores rosarum
Mujer predicadora
Ubicación de los lugares de establecimiento, monasterios y las cuatro rutas de predicación de Hildegarda.
La labor de escritora de Hildegarda se vio interrumpida muchas veces por los viajes de predicación. Si bien la clausura en sus tiempos no era tan rígida como lo sería a partir de Bonifacio VIII, no dejó de sorprender y admirar a sus contemporáneos que una abadesa abandonara su monasterio para predicar.
Lo hacía en iglesias y catedrales, ante clero y fieles. El contenido de su predicación gira en torno a la redención; la conversión, criticando duramente la corrupción eclesiástica; y la oposición firme contra los Cátaros , por quienes rogó a los gobernantes para que fueran castigados pero no ajusticiados.
En total fueron cuatro viajes, el primero entre 1158-1159. En 1160 realizó el segundo. Entre 1161-1163 el tercero. Y un cuarto viaje entre 1170-1171.
Además de los viajes de predicación, Hildegarda también usó las cartas para hacer sentir su opinión ante personajes notables, como por ejemplo, las amenazadoras cartas dirigidas al emperador Federico I Barbarroja oponiéndose al cisma y los antipapas nombrados por él.
Última batalla
La última situación crítica a la que tuvo que enfrentarse Hildegarda aconteció en 1178 cuando dieron sepultura en el cementerio conventual a un noble excomulgado. Por haber sido excomulgado, el derecho canónico prohibía su entierro en suelo sagrado, por lo que se le pidió a Hildegarda que exhumara el cadáver. Ella se negó e incluso hizo desaparecer cualquier rastro del enterramiento, para que nadie pudiera buscarlo. Sostuvo que había sido reconciliado con la Iglesia antes de morir. Los prelados de Maguncia, en ausencia del arzobispo Christian que estaba en Roma, pusieron un interdicto al monasterio. Por él se prohibía el uso de las campanas, los instrumentos y los cantos en la vida y liturgia de Rupertsberg. Hildegarda se defendió enviando una importante carta donde recoge el significado teológico de la música.
Al regresar el arzobispo en marzo de 1179, se presentaron testigos que apoyaban la versión de Hildegarda y fue levantado el interdicto.
Muerte
A los pocos meses de ser levantado el interdicto murió Hildegarda el 17 de septiembre de 1179 a los 81 años de edad. Cuentan las crónicas que a la hora de la muerte aparecieron dos arcos muy brillantes y de diferentes colores que formaban una cruz en el cielo. Entre 1180-1190 el monje Teoderico de Echternach escribe la Vita de Hildegarda recogiendo pasajes autobiográficos. Gregorio IX abrió el proceso de canonización en 1227, aunque no se concluyó. Fue reabierto por Inocencio IV en 1244 sin que llegase a concluirse tampoco. Sin embargo, hubo una canonización práctica cuando se la inscribió en el Martirologio romano y se incluyó su nombre en algunas letanías; se extrajeron reliquias de su sepulcro; se celebró su fiesta litúrgica, y se la representó como santa en pinturas y esculturas. En 1940 se aprobó oficialmente su celebración. Con motivo del 800 aniversario de su muerte, Juan Pablo II se refirió a ella como profetisa y santa. De la misma manera, en 2006, el papa Benedicto XVI también se refirió a Hildegarda como santa y la encomió como una de las grandes mujeres de la cristiandad junto con Catalina de Siena, Teresa de Ávila y la madre Teresa de Calcuta. Hay propuestas para nombrarla Doctora de la Iglesia.