QUE TU VECINO SEA AMABLE O QUE APENAS LOGRE
CONTESTARTE CON UN GRUÑIDO cuando te lo cruzas en
el ascensor puede tener un condicionante genético. Investigadores de la Universidad de Buffalo
y la Universidad
de California, en Estados Unidos, han identificado variantes de los
receptores de dos hormonas que empujan a ciertas personas a ser encantadoras y
generosas, según explican en un artículo que publica este mes la
revista Psychological Science.
Concretamente,
los investigadores analizaron diferentes versiones de los RECEPTORES DOS HORMONAS –LA OXITOCINA U HORMONA DEL AMOR, Y LA VASOPRESINA- que
previamente se han relacionado con comportamientos más amables, sobre todo en
relaciones cercanas.
Los científicos
realizaron una encuesta sobre las ACTITUDES
CÍVICAS de una serie de voluntarios, incluyendo si pagaban sus
impuestos, si sentían que la gente es en esencia buena o mala, si participaban en actos benéficos o si
donaban sangre. A continuación extrajeron una muestra de saliva para analizar su ADN e indagaron si guardaba
relación con cierta variante genética para los receptores de oxitocina y
vasopresina de sus neuronas. Así confirmaron que, en efecto, existen
genes cuya presencia predispone a la
generosidad humana y a “percibir el mundo como un lugar menos hostil”,
explica Michel Poulin, coautor de la investigación. De hecho, las personas que
detectan demasiada hostilidad a su alrededor están menos predispuestos a ayudar
a los demás. “Las conexiones entre el
ADN y nuestro comportamiento son complejas”, matiza Poulin, que está
convencido de que habrá muchos otros genes que condicionen si somos o no
amables con nuestros congéneres.